Al principio las cosas fueron muy muy muy difíciles para los humanos invasores.

La mitad de sus tropas morían nada más ingresar al portal, sin llegar nunca al otro lado. El resto de sus soldados, superados en número y en tierras desconocidas, sobrevivían, más que luchaban.

DOGMA decidió entonces que deberían reducir las fuerzas del enemigo, no con las armas y los cañones, sino con un enemigo mucho más sutil. Un asesino silencioso capaz de diezmar ejércitos enteros. Una plaga.

Los nuevos soldados, vacunados contra la enfermedad, fueron inoculados con esta, de manera que se convirtieron en reservorios perfectos para el hongo, y al morir se levantaban como criaturas no muertas, capaces de esparcir la plaga a través de la mordida.

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Etiología: Dicha enfermedad es producida por un hongo modificado genéticamente, conocido como DOGMA-4419. Este hongo se transmite al estar en contacto con los fluidos corporales (sangre, saliva, orina) de una persona infectada, y a través del contacto de esporas capaces de atravesar la piel del paciente.

Cuadro clínico: La enfermedad afecta de forma diferente a los vivos y a los muertos. En los vivos no inmunizados en la Tierra se manifiesta primeramente como un cuadro cutáneo, el cual puede ir desde un nivel muy leve, casi asintomático, hasta producir manifestaciones sintomáticas que harán perder la cabeza a la persona. Entre los síntomas observados durante esta etapa tenemos: Picazón intensa en el sitio por el que las esporas ingresaron a la piel, lesiones amarillentas, cubiertas por una costra dura de color miel, la cual puede desprenderse con facilidad, sangrando y causando dolor. Dichos trozos de tejido desechado contienen abundancia de esporas microscópicas, las cuales se desplazan por el aire o debajo de las uñas del paciente, colonizando nuevas zonas de su cuerpo, o a otros individuos. Con el paso del tiempo la infección se irá extendiendo, presentando nuevas clases de lesiones, como pústulas y furúnculos fúngicos, extremadamente dolorosos.

 

Esta primera etapa dura alrededor de dos semanas. Una vez alcanzado un vaso sanguíneo el hongo migrará hacia el cerebro, y una vez allí comenzará a infectar las neuronas, tomando el control e interrumpiendo sus funciones. El paciente puede experimentar severos dolores de cabeza, convulsiones, alucinaciones, episodios de ceguera, sordera y lenguaje incoherente. A medida que la fase cerebral avanza el paciente irá perdiendo funciones progresivamente, completamente al azar, hasta que el cerebro ya no sea capaz de enviarle ordenes al resto del cuerpo, y la persona muera. Una vez muerta el hongo terminará de tomar el control de las neuronas del paciente.

Se podrá apreciar un detenimiento total en la descomposición del cadáver, y una expansión masiva de las lesiones que sufrió en vida. El hongo, sin el obstáculo del sistema inmune, coloniza el resto del cuerpo y comienza un proceso de rápida proliferación. En cuestión de minutos, una red de hifas se extiende por todo el cadáver, transformando las células en nuevas unidades infecciosas. Este proceso es similar a una división celular acelerada, pero con un objetivo singular: la creación de nuevos cuerpos mutantes.

Los mutantes fúngicos generados por esta nueva cepa del hongo presentan una mayor resistencia y capacidad de adaptación. Inicialmente, son criaturas lentas y torpes, pero con el tiempo pueden desarrollar mutaciones que les otorguen habilidades como una fuerza sobrehumana, una mayor velocidad o incluso una rudimentaria capacidad para regenerarse. Estas mutaciones suelen estar influenciadas por el entorno y por los restos de memoria del huésped. Un mutante que haya sido un guerrero, por ejemplo, podría mostrar una mayor agresividad y coordinación en el combate.

La humedad y la temperatura (Moderadamente cálida) favorecen la proliferación del hongo, acelerando el proceso de creación de nuevos mutantes. Las esporas liberadas por estos cuerpos infectados pueden viajar por el aire, el agua o adheridas a otros organismos, contaminando nuevas áreas y creando focos de infección. En condiciones óptimas, un solo cadáver infectado puede dar origen a decenas, incluso cientos, de nuevos mutantes fúngicos en cuestión de horas.

En pacientes vacunados, por otra parte, no se presenta la fase cutánea, y la enfermedad no se activa hasta que la persona muere.
 

Con el paso de los años el hongo sufrió severas mutaciones, debido a la radiación que emanaba del portal, y a la fusión con especies nativas de Symphony, dando paso a toda una amplia gama de monstruos que poco a poco fueron destruyendo a la mayor parte de la fauna del continente, y provocando un desastre ambiental a escala global, así como la muerte de miles. 

Hasta el momento no se ha encontrado una cura para el hongo. Ni siquiera se ha podido aislar en un laboratorio, debido a que una vez sacado de su huésped, el microorganismo adulto se autodestruye, y las esporas son completamente inútiles a la hora de investigar el hongo.